El sol comienza a elevarse sobre el horizonte, pero no logro sentir su calor a medida que camino hacia la veterana Cessna que nos espera sobre el pavimento húmedo del aeropuerto de Mérida. Estoy a punto de embarcarme en mi primera misión de fotografía aérea para Pronatura Península de Yucatán, algo realmente excitante, pero el clima lluvioso le resta placer a la idea de volar en un avión de una sola hélice. Aunque nadie dice nada, intuyo que no soy el único miembro del equipo preguntándose si realmente hoy es el mejor día para este vuelo.
A pesar de esas dudas silenciosas, le toma al Capitán Lawrence “Bud” Sittig apenas una mirada al horizonte para predecir nuestro futuro inmediato. “Puedo ver una ventana allá”, dice sonriente tras detectar una ligera separación entre las nubes al norte.“Vamos a estar bien, pero primero tenemos que quitarle la puerta a este avión”.
El Capitán Bud es un piloto voluntario de Lighthawk, organización que dona horas de vuelo a ONGs dedicadas a la conservación. Pronatura Peninsula de Yucatán ha contado desde hace varios años con el beneficio de tan valiosa cooperación y hoy he sido privilegiado con la invitación a participar en dos vuelos. Nuestra misión será fotografiar las condiciones naturales en áreas de selva y signos de actividad humana vinculada a la agricultura y ganadería en el estado de Yucatán. También se nos ha encomendado fotografiar cualquier incendio forestal que avistemos y con algo de suerte, al alcanzar el mar, podremos documentar la presencia del tiburones ballena y tortugas marinas en su ruta migratoria a lo largo de la costa de Quintana Roo.
Soy fotógrafo y como tal preferiría un día más soleado, pero ese pensamiento pronto resulta irrelevante: estamos ya en vuelo y tengo el mejor puesto del avión, asegurado con un arnés junto al espacio abierto donde normalmente estaría la puerta derecha. Puedo mirar con mi cámara hacia afuera y directamente hacia abajo, donde un paisaje fascinante se revela ante mis ojos. Toda preocupación se desvanece rápidamente y en cuestión de minutos me doy cuenta de que me hecho inmediatamente adicto a la fotografía aérea.
A medida que el vuelo progresa y nuevamente al día siguiente durante la segunda salida realizo centenares de imágenes con un trío de lentes: 300mm, 50mm y un ojo-de-pez de 10,5mm. Tenemos la buena fortuna de hacer contacto visual con los anhelados tiburones ballena y con las tortugas marinas, además de enormes manta rayas de impresionante aspecto, así que podemos declarar formalmente el éxito de la misión.
En la noche del segundo día me siento con el Capitán Bud para aprender más sobre su experiencia como aviador y sobre el trabajo que realiza con Lighthawk. La conversación merece ser compartida, con más imágenes, aquí en RIDE INTO BIRDLAND. Les presento al Capitán Lawrence “Bud” Sittig.
I.G. Hola Capitán Bud. Por favor cuéntenos un poco sobre su experiencia como piloto.
L.S. He estado volando durante más de 50 años. Comencé a volar cuando era un adolescente, crecí en la Aviación General –es decir, volando aviones pequeños– y luego durante mis años en la universidad obtuve todas mis acreditaciones como piloto comercial y me hice instructor de vuelo. Al salir de la universidad ingresé en el ejército, fui entrenado en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y volé aviones caza a reacción, una pasión que continuó durante los 31 años siguientes en la Guardia Internacional de la Fuerza Aérea de los EEUU. También fui contratado por la industria aeronáutica y volé como Capitán para Delta Airlines por unas tres décadas, hasta que me retiré hace algunos años. Ahora estoy de vuelta en Aviación General, volando aviones pequeños. Tengo mi propio avión, un Beechcraft Bonanza, y realizo muchos vuelos para Lighthawk.
I.G. Antes de hablar de Lighthawk, cuéntenos un poco más sobre el tipo de aeronaves que ha volado.
L.S. Comencé en aviones pequeños como Cessnass, Beechcrafts y Pipers, luego cuando entré en la Fuerza Aérea obviamente los aviones pasaron a ser mucho más sofisticados, jets-caza de alta velocidad, un cambio de aquellos pequeños aviones de hélice al vuelo a velocidades supersónicas, más rápidas que la velocidad del sonido, equipados con sistemas muy sofisticados de armamento. Luego, cuando me uní a la industria del transporte aéreo, pasé a volar grandes aviones en esa categoría, con 290 personas a bordo, lo que conlleva una gran responsabilidad para con toda esa gente. Volé esas aeronaves para Delta por todo el mundo, en Europa, el Medio Oriente, Africa del Norte, por toda Sur América y en el Oriente, y por supuesto también a todas las ciudades principales de los Estados Unidos. Después me retiré de Delta y de la Fuerza Aérea y volví a los pequeños aviones en los que comencé hace cincuenta años. Pero siempre he tenido la convicción de que mi avión favorito es el que estoy volando ese día. No importa qué avión sea, me apasiona volar, amo volar y compartir la experiencia del vuelo con otra gente.
I.G. ¿Alguien en su familia ha seguido sus pasos?
L.S. Tengo tres hijas adultas y ahora tengo nietos, a todos les gusta mucho volar pero desafortunadamente ninguno me había seguido como piloto, hasta ahora que mi nieto mayor está iniciando sus lecciones en planeador. Se puede volar un planeador en solitario a partir de los 14 años y cuando cumpla 16 podrá volar un avión a motor. Su plan es hacer su primer vuelo solitario a motor a los 16, que es lo que hice yo en los años 60, volé solo por primera vez el día que cumplí 16 años y espero que mi nieto logre hacer lo mismo.
I.G. Usted también es piloto de una de las pocas Fortalezas Voladoras que aún vuelan.
L.S. Es correcto. La Fortaleza Voladora, el B-17, es un bombardero de la Segunda Guerra Mundial que fue utilizado ampliamente, despegando desde Inglaterra en apoyo a las iniciativas aliadas contra los Nazis durante la guerra. Hoy en día solo existen ocho Fortalezas Voladoras capaces de volar. Yo vuelo con la Fundación Libertad, en libertyfoundation.org puedes enterarte de todo lo relativo a esa misión. Volamos el avión en un programa de tours durante los meses de verano a ciudades importantes de todo EEUU, para preservar la memoria y ayudar a comprender a quienes sirvieron como miembros de la tripulación a bordo de los B-17. Miles de jóvenes combatientes murieron en la Segunda Guerra en los B-17, enormes pérdidas humanas. Cada vez que un B-17 era abatido diez personas perdían la vida. De modo que nuestra misión es realmente ayudar a preservar esa memoria y está dedicada a todos los guerreros que volaron y sirvieron en esos aviones. El avión que yo estoy volando se llama Memphis Belle, hay una película famosa sobre el Memphis Belle filmada en 1989 que cuenta la historia de ese avión, ya que su tripulación de diez hombres fue la primera en sobrevivir 25 misiones. La probabilidad estadística de sobre vivir tantas misiones era casi nula, durante dos años ningún avión sobrevivió 25 misiones hasta que la tripulación del Memphis Belle lo logró en 1943. Después de eso llevaron el avión de regreso a Estados Unidos e hicieron una gira convertidos en celebridades, héroes de guerra, salieron de gira para ayudar a vender bonos de guerra y apoyar así el esfuerzo bélico.
I.G. Usted ha dicho que su avión favorito es el que está volando cada día, pero esos cambios deben implicar una gran adaptación… Me refiero a la cantidad de indicadores, botones y controles en la cabina de uno de esos enormes 767, comparada por ejemplo al Cessna de los años 70 en el que volamos hoy, ¿requiere eso un gran ajuste de su parte?
L.S. Si, bueno… no es tan grande esa adaptación, es bastante fácil pasar de uno a otro. Claro que uno entrena exhaustivamente en esos grandes aviones, entrenas para manejar los sistemas de vuelo y los sistemas de armas y para volar esos aviones con técnicas y conocimientos específicos, luego pasas a otro avión y entrenas también en ese. La mente humana es fascinante, simplemente se ajusta a lo que estás volando cada día. No es distinto a subirse a una bicicleta, pedalear calle abajo y sentirse muy cómodo haciendo eso, para luego subirse a un Porsche y manejar ese vehículo a gran velocidad, sintiéndose cómodo con eso. Creo que esa es una buena analogía, así funciona, la mente simplemente se ajusta a pedalear y maniobrar la bicicleta, o una motocicleta, o un carro sofisticado, uno se ajusta a cada cosa. Durante muchos años volé el F-16 Viper, un avión caza supersónico que vuela a más de 1,000 millas por hora, genera 9G de gravedad y descarga armas sofisticadas, luego al día siguiente iba a mi trabajo con Delta Airlines y volaba el 767 a Europa. Uno simplemente se adapta, el entrenamiento te prepara para volar el avión caza en una misión y también para volar el avión de transporte de pasajeros con toda la atención y el instinto de protección hacia esos pasajeros, en el espacio aéreo sofisticado que son los aeropuertos del mundo.
I.G. Usted ascendió hasta el rango de General en la Fuerza Aérea de los EEUU. Tomando eso en cuenta, me pareció notable su actitud relajada y gentil hacia todos nosotros, sus pasajeros civiles. Me hizo pensar en esas diferencias, venir de un ambiente militar y realizar ahora este trabajo voluntario para organizaciones civiles, ¿cómo se adapta a esas situaciones?
L.S. Creo que somos quienes somos, sin importar qué papel estamos desempeñando en la vida. En el ejército uno aprende a ser líder y a medida que subes de rango se hace más importante ser bueno con tu gente, porque para ser un líder efectivo debes ser sensible con tu gente. De modo que al salir del mundo militar, que es muy jerárquico y regimentado, esas capacidades humanas básicas se transfieren y al reintegrarte al mundo civil todo tiene que ver igualmente con tus relaciones con la gente, con poder comunicarte efectivamente y entender de dónde viene cada persona. Para Lighthawk es muy importante, en relación a nuestros aliados, tomarnos el tiempo para ayudarles a entender la experiencia de volar en un avión pequeño, pues muchos de ellos jamás han volado en un avión de este tipo, es una experiencia nueva que puede parecerles un poco inquietante. De modo que es importante tomarnos el tiempo para hacer que se sientan cómodos y con suerte poder transmitirles nuestro propio nivel de confianza con esta experiencia. Por ejemplo, el día de hoy fue especial, estuvimos volando sobre selvas, sobre la costa, luego salimos una distancia considerable sobre el océano, por lo que estuvimos bastante expuestos volando en un avión de un solo motor… ya sabes lo que puede pasar si hay una falla de motor sobre el océano. De modo que tomamos precauciones especiales, llevamos más equipo de flotación de emergencia para un caso de amarizaje, llevamos también un bote salvavidas y tenemos que tomarnos el tiempo para explicar estas cosas a la gente. Esperamos que nada de esto suceda, pero debemos estar preparados.
I.G. ¿Qué es Lighthawk?
L.S. Lighthawk es una agrupación de pilotos voluntarios, unos 220 pilotos que viven en todo Estados Unidos y vuelan sus propios aviones en servicio voluntario para Lighthawk, ayudando a ONGs dedicadas a la conservación y a la vida salvaje, prestamos apoyo a esas iniciativas conservacionistas. Estos pilotos voluntarios aportan sus propios aviones, pagan el combustible, donan su tiempo profesional y sus servicios. Adicionalmente a esa labor con los aviones propios de los pilotos, existe un programa único dentro de Lighthawk llamado el Programa Mesoamericano. Lighthawk tiene dos aviones dedicados a ese programa y tenemos un grupo selecto de aviadores que cada año, de enero a mayo, hacen voluntariado para volar los aviones de Lighthawk en la región mesoamericana. Apoyamos iniciativas conservacionistas que se desarrollan en toda la región, sobre todo en Guatemala, Belize, Costa Rica, Panamá, Honduras y en México en la Península de Yucatán y también en Baja.
I.G. ¿Por qué es mesoamérica tan importante para Lighthawk?
L.S. Pienso que los fundadores de Lighthawk vieron mucha oportunidad aquí y también mucha necesidad, problemas de deforestación, conservación y preservación de vida salvaje, protección de los manglares en las costas. Vieron esa necesidad y dijeron “esto vale la pena, Lighthawk puede ayudar y debemos hacerlo”. Este programa sigue creciendo cada año, mantenemos un avión durante esos cinco meses de enero a mayo en mesoamérica en estos países. Cada piloto viene por unas dos semanas, opera el avión en colaboración con nuestros aliados, luego viene otro piloto, recibe el avión, tomando un par de días entre cambio y cambio, entregan al siguiente piloto, así a lo largo de esos cinco meses. Yo estoy aquí a finales de Mayo cerrando el proyecto este año, luego volaré el avión las 15 o 20 horas que toma llevarlo de vuelta a Tucson, Arizona, donde tiene su base por el resto del año.
I.G. En cuanto a la cooperación entre Lighthawk y las ONGs que ustedes apoyan, ¿cómo pueden estas organizaciones sacar el mejor provecho de los vuelos?
L.S. Los socios se acercan a Lighthawk con una propuesta: nos gustaría usar los servicios de Lighthawk para nuestras investigaciones, nuestros estudios y observaciones vinculadas a nuestra misión como ONG. Entonces Lighthawk realiza una evaluación sobre los méritos de cada programa. Mientras mejor pueda nuestro aliado describir y explicar sus metas y su misión, mayores son las probabilidades de contar con el apoyo de Lighthawk. Recibimos muchas solicitudes, de manera que parte de nuestra misión es elegir a las ONGs que sentimos están mejor preparadas y tienen misiones claramente definidas, para que al donarles 4 o 6 horas de vuelo obtengan los resultados más productivos posibles de esa experiencia. Si pueden explicar bien su misión y ayudarnos a entenderla bien, especialmente al piloto, lograrán mejores resultados. De modo que es fundamental presentar claramente cada propuesta a Lighthawk.
I.G. ¿Lighthawk recaba fondos para mantener activa la operación? Ha mencionado que los pilotos pagan su propio combustible.
L.S. Lighthawk maneja un presupuesto anual de unos 1.2 millones de dólares. La mayor parte de eso proviene de contribuciones individuales, como suele suceder con la mayoría de las organizaciones sin fines de lucro. Los pilotos aportan su tiempo de servicio y el combustible, aunque cuando venimos a mesoamérica el piloto no paga por el combustible, esto es parte de un proyecto especial de Lighthawk, la organización recauda fondos cada año y parte de esos 1.2 millones se dedican al proyecto mesoamericano. Es un gran aporte que hace Lighthawk a mesoamérica.
I.G. ¿Cuáles son algunos de los paisajes más memorables que ha visto volando en esta zona?
L.S. Entre los más memorables, dos en particular. Uno es la zona volcánica que va desde el suroeste y el oeste de Ciudad de Guatemala, siguiendo hacia el oeste hasta la frontera con México. Estuvimos volando en esa zona montañosa con volcanes activos que se elevan a 18,000 pies sobre el nivel del mar. Volamos en nuestra Cessna 206 a unos 12,000 pies de altura, que es lo más alto que podemos ir con ese avión y sin provisión de oxígeno para los pasajeros. Es un tipo de vuelo muy exigente, el paisaje es espectacular alrededor de esos volcanes pero es un desafío volar a esas altitudes en esa región. Eso ocupó los primeros cinco días de mis tres semanas en mesoamérica. De modo que puedo decir que la región volcánica de Guatemala es algo que se destaca. También aquí en Yucatán, yo había venido a Yucatán pero solo a la costa este, al área de Cancún y Cozumel, pero esta vez he quedado muy impresionado con la costa, la vida salvaje, las aves, los flamencos que hemos visto. Hoy, mientras volábamos en la costa noreste de Yucatán, vimos a los tiburones ballena, vimos tortugas marinas y manta rayas. Hace tres días, con The Nature Conservancy, fuimos sur hacia Campeche a las selvas de esa región. De modo que lo estoy viendo todo aquí en el Yucatán, un paisaje espectacular.
I.G. ¿Cómo puede la gente participar para apoyar a Lighthawk?
L.S. Lo mejor es estudiar nuestro sitio web, lighthawk.org, y comprender las metas de Lighthawk. Si los aliados comprenden de qué se trata y qué recursos tenemos disponibles, entonces pueden adaptar esos recursos a su misión. Volar sobre un área otorga una perspectiva única a nuestros socios, ciertamente distinta a lo que pueden ver desde tierra. Mucha gente nunca ha volado en aviones pequeños, se han subido a un avión de pasajeros pero allí van volando a 30,000 pies y realmente no se puede percibir bien el paisaje a esa altitud. Pero cuando estás a 500 pies, volando sobre una parvada de flamencos, es una perspectiva fascinante que te ayuda a abrir los ojos y a comprender mejor. Así que se trata de entender bien nuestra misión y adaptar cada propuesta de trabajo a eso.
I.G. Eso en relación a las organizaciones aliadas, pero usted ha mencionado que la mayoría de sus fondos provienen de ciudadanos comunes. ¿Qué los motiva a colaborar? ¿Desarrollan ustedes actividades específicas para recaudar fondos? ¿Como pueden las personas ayudar a Lighthawk?
L.S. En efecto, el grueso de nuestras contribuciones provienen de individuos y no se trata necesariamente de personas ricas, pueden ser simplemente personas que sienten pasión por la conservación y saben algo sobre aviación y sobre lo que Lighthawk está aportando, así que deciden sumarse a nuestra misión. Escriben un cheque por cien dólares, o mil dólares, algunos por diezmil dólares, y contribuyen a lo que Lighthawk está ofreciendo. Estamos también trabajando duro para captar el patrocinio de corporaciones, pero eso es un verdadero desafío porque todas las organizaciones sin fines de lucro compiten por los dólares de las corporaciones y a su vez las corporaciones evalúan muy cuidadosamente a qué dedican esos fondos.
I.G. Estos vuelos son mayoritariamente vuelos de observación, ¿correcto? No se trata de llevar equipos de personas de un punto a otro, sino de hacer reconocimiento aéreo.
L.S. Probablemente un 95% de nuestro trabajo lo dedicamos a eso. Hay algunas excepciones, en años recientes hemos estado más activos movilizando vida silvestre. Por ejemplo, por mencionar solo un caso: hemos estado moviendo al Turón de pies negros de su hábitat natural en Montana a diferentes lugares, los introducimos en transportadores para perros, los subimos al avión y los trasladamos unas 600 u 800 millas, el piloto dona su tiempo para mover a esa familia de turones a un nuevo destino. De modo que eso es una misión “de punto a punto”, a diferencia de las misiones de reconocimiento aéreo. Estamos haciendo más trabajo de ese tipo, también hemos transportado algunos lobos.
I.G. ¿Por qué están siendo reubicados estos animales?
L.S. Para que puedan reproducirse y establecerse en nuevos hábitats, quizás estaban presentes originalmente en esa región pero la abandonaron y ya no existen poblaciones locales, de modo que se intenta repoblar algunas áreas con esas especies.
I.G. ¿Le gustaría agregar algo antes de cerrar esta conversación?
L.S. Me gustaría decir esto sobre mesoamérica: he mencionado que nuestros fundadores vieron necesidades y motivos para apoyar iniciativas en la región mesoamericana. Ahora que he podido ver de primera mano las oportunidades que aporta Lighthawk a nuestros aliados aquí, me siento aún más comprometido con la continuidad de nuestro programa mesoamericano. Soy miembro de la Junta Directiva de Lighthawk, la cual supervisa todos nuestros programas y determina el destino de los recursos de Lighthawk, y para mí ha sido una gran oportunidad poder venir, presenciar el desafío de los vuelos que estamos realizando, ser parte de esto y experimentar la relación con nuestros socios aquí. Creo que podemos continuar construyendo en base a estas relaciones y realizando un buen trabajo juntos en años venideros.
I.G.H.
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Para más información sobre importantes iniciativas conservacionistas, visiten los sitios web de Pronatura Peninsula de Yucatan y Lighthawk.org
Nos complace también informar que esta historia ha sido publicada en el blog de NATIONALGEOGRAPHIC.ORG. Compartimos aquí el link.
IGH
Es excelente …Que mas podría comentar.
DUDA. MÁS IMÁGENES DE OTRAS AREAS DE MÉRIDA, NO TENDRÁ?. SOY ADMINISTRADOR DE UNA PÁGINA DE DIFUSIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA DE MÉRIDA. (Merida de Zavala facebook).
y me gustaría difundir el material. gracias.
Saludos Manuel, muchas gracias por escribir. Muy buenos contenidos en su página en FaceBook, acabo de sumer mi «Me Gusta». No tengo muchas más imágenes a€ereas propiamente de la ciudad, aunque sí un trabajo de fotografía de calle que le invito cordialmente a ver en Instagram/ivangabaldon_streetphoto