Jaguares en la Península de Yucatán
Con sus manos y rodillas sobre un manto infinito de hojas secas, Steve Winter observa a su alrededor como si fuese un jaguar. Visualiza el camino a través del bosque, en dirección al cenote al final del sendero, y confirma la posición de su cámara en relación a los ojos del jaguar. Observa los árboles, buscando formas interesantes y lugares propicios para fijar sus luces.
Mientras tanto, trepado en un árbol, Bertie Gregory instala el flash #1 en una rama torcida, entre columnas de hormigas y un escorpión acechante. El flash, junto a un racimo de baterías, un receptor inalámbrico y varios cables, deben ser alojados dentro de un corto tubo de PVC con tapas en ambos extremos. Es necesario empujar todos los componentes hacia adentro, sacarlos de nuevo para hacer los ajustes necesarios y volverlos a introducir hasta tener la certeza de que el sistema está totalmente operativo. Bertie ha utilizado estas herramientas muchas veces y la naturaleza caprichosa del sistema no lo perturba. Una vez listo el flash puede funcionar eficazmente durante semanas.
Nos encontramos en El Zapotal, una reserva privada al norte de Yucatán, instalando la primera cámara-trampa de Steve Winter con la meta de fotografiar jaguares. Notable fotógrafo de National Geographic, Steve es especialmente conocido por sus icónicas imágenes de tigres, las cuales han cautivado la imaginación de millones de personas en todo el mundo. Si esta misión resulta exitosa será la primera vez que Steve fotografía jaguares en la Península de Yucatán.
En el pasado Steve ha fotografiado jaguares en Brasil en el exhuberante hábitat conocido como El Pantanal, donde la abundancia de presas permite a Panthera onca alcanzar un tamaño superior al registrado aquí en la península, llegando a un peso máximo de 150 kilos. Fotografiando a lo largo de las riberas del Amazonas desde la relativa comodidad de un bote, Steve ha capturado imágenes de los imponentes felinos cuando se acercan al borde del agua para beber, cazar, bañarse y nadar a través del río. La carne de caimán tiene rango de manjar en el menú del jaguar y el enfrentamiento entre dos animales tan poderosos es un evento espectacular. Igualmente cautivador puede ser el avistamiento de alguna hembra adulta de jaguar durmiendo la siesta cerca del agua junto a sus cachorros.
Pero el hábitat del jaguar en muy distinto en Yucatán. La estación seca puede ser realmente dura y muchos cuerpos de agua se secan por completo. No hay ríos importantes, razón por la cual animales y humanos por igual han aprendido a sobrevivir buscando y utilizando los miles de ojos de agua conocidos como cenotes que proveen acceso al abundante acuífero bajo tierra. Es por esto que, si queremos encontrar un jaguar, nuestra mejor estrategia será seguir el camino del felino hacia esa fuente de agua.
Aún así, habiendo encontrado un sendero hacia el agua, ¿qué debemos hacer?. El fotógrafo podría instalar un escondite elevado (con la esperanza de que el viento arrastre sus olores humanos lejos del agudo sentido del olfato del jaguar) y sentarse a esperar pacientemente, soportando calor, insectos y aburrimiento durante un número indeterminado de días con la esperanza de avistar un jaguar. Pero semanas antes, durante una de nuestras reuniones de pre-producción por Skype, Steve me ha dicho, «Sabes, nunca he sido un tipo al que le gusta sentarse en un escondite a esperar…»
En lugar de eso, cuando no está ocupado fotografiando tigres con los teleobjetivos Canon más largos que existen montado sobre un elefante (los cuales utiliza como plataformas fotográficas móviles), Steve crea imágenes memorables utilizando una herramienta que es por naturaleza impredecible y temperamental: la cámara-trampa. Muchos otros fotógrafos también las utilizan, pero Steve ha logrado consistentemente poner esa tecnología al servicio de su singular visión personal, con grandiosos resultados.
Tigres y elefantes
Algunas claves para entender cómo Steve Winter obtiene sus imágenes son reveladas en las páginas de Tigers Forever, impactante libro de National Geographic que cubre una década del trabajo de Steve en India, Tailandia, Sumatra y Myanmar. Las imágenes, en perfecto tándem con el excelente texto de Sharon Guynup (escritora, esposa y compañera de Steve), relatan una historia fascinante cuyo tema son los seres humanos tanto como los tigres.
Muchas de las magníficas fotos del libro son el resultado de largas jornadas soportadas por Steve montado en un elefante, descalzo y con su pesado trípode Gitzo amarrado a la silla, cámara y gran telefoto sobre un cabezal tipo Wimberley, explorando y desplazándose a través del paisaje durante semanas.
Los elefantes son el vehículo preferido de Steve para penetrar el territorio de los tigres porque, además de sus capacidades todo-terreno, aportan una plataforma elevada desde donde fotografiar y otorgan cierto nivel de protección para el fotógrafo. Las poderosas imágenes que Steve ha creado desde estos «elefantes cámara» han abierto ventanas para que la humanidad entera se asome a la vida privada de los tigres.
Viajar en elefante le ha dado a Steve acceso a oportunidades fotográficas únicas, las cuales ha aprovechado con creces. Pero su deseo de obtener grandes imágenes lo ha llevado aún más lejos, empujándolo hacia la idea de emplazar su cámara muy cerca de los tigres al nivel de sus ojos, utilizando lentes angulares para captar y transmitir una sensación de intimidad que ningún telefoto, sin importar lo grande o costoso que sea, podría obtener.
No nos equivoquemos, un encuentro cercano entre una persona y un tigre adulto tiene muchas probabilidades de terminar mal para el bípedo, quien posiblemente resultará herido o muerto. Una cita de Tigers Forever lo dice todo: «No es sorprendente que los tigres hayan sido siempre temidos: son los depredadores dominantes en todos los ecosistemas que habitan – enormes, sigilosos y musculosos. Poseen dientes y garras aterrorizantes y su rugido resuena por millas. A medida que las poblaciones humanas se expanden a través de Asia y el hábitat continúa desapareciendo, se produce un creciente conflicto entre la gente, sus animales domésticos y los tigres. Los tigres deambulan dentro de las aldeas y los pastizales; a veces se comen el ganado y ocasionalmente hieren o matan personas – frecuentemente quedando ellos mismos en las miras de los rifles«.
Se entiende entonces que, a menos que la meta sea desarrollar una breve carrera fotográfica tipo kamikazee, no es aconsejable aproximarse caminando hacia un tigre. Es necesaria una estrategia de otro tipo para atisbar con seguridad hacia el mundo íntimo de Panthera.
Con una nutrida carrera como fotoperiodista a sus espaldas y enfrentado a ese nuevo desafío, Steve añadió a su caja de herramientas cámaras-trampa, flashes portátiles y sistemas disparadores inalámbricos para expandir su visión. El resto, como suele decirse, es historia. Las imágenes creadas por Steve con cámaras-trampa ubican al espectador dentro del mundo de los tigres, para estar con ellos.
Pero contar con la herramienta adecuada es solo una parte de la ecuación. En la India, habiendo seleccionado una posible ubicación para instalar una cámara-trampa, con frecuencia el primer desafío para Steve era poder bajar del elefante. Convencidos de la probable presencia de tigres acechando muy cerca, los guardaparques se mostraban reacios a permitirle poner pie en tierra. El ataque podría producirse en apenas un instante y, como he de aprender durante la producción de Steve en Yucatán, el proceso de instalar cámaras-trampa con múltiples luces es cualquier cosa menos instantáneo.
Irónicamente, las elaboradas estrategias de iluminación que Steve ha implementado para lograr sus memorables imágenes son tan efectivas que con frecuencia la gente se pregunta si las fotografías han sido «photoshopeadas». Steve se ríe de esto. «Me encanta cuando piensan que hay algo falso«, dice. «Significa que se ve tan increíblemente real que los pone a pensar. Y eso capta su atención.»
Para Steve ese es precisamente el objetivo: captar la atención de la gente, contarnos la historia de los tigres y conmovernos para que ayudemos a salvarlos. Y cuando dice tigres se refiere realmente a todos los felinos: leopardos de las nieves, pumas, chitas, leones africanos, todos ellos y toda la naturaleza. Su evangelio es indoblegable: para salvar a los tigres debemos salvar los ecosistemas que los albergan, que realmente significa salvarnos a nosotros mismos.
Esa misma lógica puede aplicarse a los jaguares de la Península de Yucatán: salvarlos implica salvar nuestras selvas y salvar también a todos esos otros animales que son las presas naturales del jaguar. Steve Winter ha llegado hasta aquí siguiendo esa historia, dispuesto a instalar tres cámaras-trampa para dejarlas operativas durante varias semanas. ¿Pero dónde debe ponerlas? Esta es la pregunta esencial. Para conocer la respuesta te invitamos a seguir con nosotros en la parte II de esta historia.
I.G.H.
Con agradecimiento especial a Pronatura Península de Yucatán por su apoyo logístico y acceso a la reserva privada El Zapotal.
Gracias también muy especialmente a Roselys Oropeza, Jefe de Producción de Kinetrópico, por diseñar nuestro itinerario, seguir nuestro progreso en cada fase del camino y proveer apoyo continuo desde nuestra base en Mérida, Yucatán.