Un padre, su hijo y una garza dicen mucho con pocas palabras en este conmovedor film sobre las relaciones familiares, las tradiciones y el verdadero lugar de la humanidad en la naturaleza
Después de ver Alamar, la más reciente película del director mexicano Pedro González-Rubio, la primera pregunta que uno se hace es: ¿documental o ficción?
La respuesta breve es documental y ficción. El director se desempeñó como camarógrafo y trabajó la mayor parte del tiempo acompañado únicamente por un sonidista, siguiendo así la fórmula clásica de producción documental tipificada hace ya más de medio siglo por reconocidos cineastas como los hermanos Maysles. Sin embargo Alamar no es exactamente un film documental. Tampoco es ficción. Cabalga entre ambos géneros y lo hace con éxito.
La secuencia inicial prepara el escenario sin mayores artificios: narración en off sobre fotos de familia bastan para presentar la historia de Jorge, un hombre del Caribe Mexicano que se involucra sentimentalmente con Roberta, una viajera proveniente de Roma. El fruto de la improbable pareja es Natan, un simpático niño que resume en perfecta armonía las facciones y tonos de su madre y su padre. El trío vive felizmente los primeros años pero la historia toma un giro dramático cuando Roberta anuncia su deseo de regresar a Roma, dejar atrás a Jorge y llevarse a Natan con ella.
Enfrentados al abismo geográfico y cultural que amenaza con destruir el lazo amoroso entre el niño y su padre, Roberta y Jorge alcanzan un acuerdo. Ella se irá primero pero Natan se quedará atrás un tiempo, experimentando la vida con su papá y con su abuelo Matraca, un pescador veterano cuya austera casa se yergue en pilares de madera sobre las aguas turquesa de Cayo Centro, uno de los tres islotes que conforman la reserva natural de Banco Chinchorro a treinta kilómetros de la costa de Quintana Roo.
Presenciar el viaje de Jorge y Natan hacia el palafito de Matraca produce inicialmente preocupación. Para la mirada poco acostumbrada al desnudo paisaje que atraviesan padre e hijo en camino a Banco Chinchorro, primero en camión, luego caminando y finalmente en un bote abierto que hace marear a Natan, la aventura parece prometer poco más que peligro, pobreza y sufrimiento. Pero esa sensación se desvanece rápidamente y la audiencia se convierte en testigo privilegiado de la tierna relación entre Jorge y Natan, apuntalada por la presencia de Matraca y su profundo conocimiento del arte de la pesca, sus habilidades para hacer sopa y su encomiable buen humor. Sin fanfarrias innecesarias, el film es una oda a un estilo de vida libre de falsas pretensiones y en contacto directo con la naturaleza.
A medida que pasan los días somos testigos de Jorge en su rol de padre, siempre pendiente de Natan, siempre con una respuesta en tono amable, así sea un honesto «no sé» ante la infinita lista de preguntas que brotan de la activa mente de un niño sensible y curioso. El nombre de un animal aquí, una advertencia sobre cómo protegerse del cocodrilo allá, la primera lección de snorkeling, un silente pero significativo choque de frente contra frente mientras cae la noche, son todas viñetas que fluyen con naturalidad y dibujan efectivamente el vínculo entre un padre y su hijo, amor provisto constantemente sin necesidad de gritarlo a los cuatro vientos. Natan presta atención, ríe y nos hace reír con sus reacciones mientras aprende, juega y trabaja. Muestra los dibujos en su cuaderno y vemos que en uno de ellos está “la cámara”, un guiño del cineasta a la naturaleza documental de la película.
Es uno de esos intercambios entre padre e hijo el que nos da licencia para reseñar el film en este blog. Una garza blanca atraída al palafito por las sobras de la pesca se hace visitante frecuente por algunos días. Jorge le enseña a Natan cómo alimentarla con la mano, haciendo movimientos lentos para no asustarla, y le explica lo grandes e intimidantes que debemos parecer los humanos a las aves. Natan la bautiza Blanquita y un día pregunta: «¿Y si se va?». «Si se va, se va.», le contesta Jorge. «Es libre.» Cuando Blanquita inevitablemente se marcha la buscan sin éxito, pero aún así saben que nada se ha perdido.
Inevitablemente el día llega cuando Natan, como Blanquita, también debe marcharse. Al cierre del film lo encontramos en Roma con su madre y por un momento resulta triste verles alimentando patos en el pequeño canal de agua de algún parque. Nada como Banco Chinchorro y una buena pesca de langostas y barracuda, pensamos. Luego Roberta hace volar burbujas de jabón desde una terraza con vista a la ciudad y Natan le pide en perfecto italiano que sople una grande. La madre lo complace y la burbuja se eleva, capturando la imaginación del niño y anunciando que todo va a estar bien.
¿Ficción o documental? En palabras del realizador Pedro González-Rubio, en efecto el film es ambas cosas. Natan es realmente el hijo de Roberta Palombini y Pedro Machado, que es el nombre real de Jorge. Matraca no es el verdadero padre de Jorge, pero es difícil adivinarlo después de ver el film. Su nombre es Néstor Marín, un auténtico pescador de Banco Chinchorro a quien todos llaman «Matraca» por su manera veloz y truncada de hablar. Matraca compartió su palafito con Jorge, Natan y el minimalista equipo de producción durante los dos años de realización del film. Ninguno de los “actores” tenía experiencia previa en actuación y la película quizás haya cambiado sus vidas en más de un sentido.
Algunas cosas, sin embargo, no están hechas para cambiar. Banco Chinchorro sigue allí, en plena efervescencia de vida y belleza natural, esperando que las mentes humanas comprendan lo importante que es preservarlo y protegerlo. El film no solo muestra la belleza de Banco Chinchorro y de su gente, hace fácil sentirla y entenderla.
Culmina la premiere, encienden las luces. Tras algunas palabras del director, del productor y los protagonistas, no se abre una ronda de preguntas y me marcho con un sonido en la cabeza: la voz de Matraca que nos dice, con sorprendente soltura para un hombre que nunca anticipó ser estrella de cine en una premiere: “Allá en Banco Chinchorro está su casa”.
Iván Gabaldón Heredia.
FICHA DE PRODUCCION
Alamar es una producción de Xcalakarma Films y Mantarraya Producciones, dirigida por Pedro González-Rubio y producida por Jaime Romandía. Hasta la fecha ha ganado dieciséis premios en festivales internacionales de cine (2009 -2010) y como resultado se ha hecho merecedora del premio a la Película Mexicana con más Reconocimientos Internacionales 2011 (CANACINE).
Se produjeron treinta copias para su exhibición comercial en México a partir del 26 de Agosto de 2011. Los productores han acordado donar todas sus ganancias a RAZONATURA y a la fundación SAVE THE CHILDREN en Quintana Roo.
RAZONATURA utilizará los fondos recibidos para continuar su colaboración con CONANP y la comunidad de pescadores de Banco Chinchorro. La meta es ayudar a preservar las prácticas de pesca sustentable y colaborar en la conservación de los recursos naturales en la Reserva de la Biósfera de Banco Chinchorro.
SAVE THE CHILDREN es la mayor organización independiente del mundo dedicada al bienestar de los niños. Fundada en 1919, opera en 120 países y ha estado activa en México desde 1973. A partir del 2005 ha implementado diversos programas para el beneficio de los niños de Quintana Roo.
Que buen comentario! Poético y profundo. Te estarás recordando de tus buenos tiempos en el Daily Journal?
me parece fantastico todo… desde la historia de roberta , «jorge» y natan hasta la belleza del mar caribe que tenemos Mexico…
y quisiera hacer una pregunta antes de terminar… cuando se fue natan a roma? y saber si su padre («jorge») lo seguira viendo…?
Fernando, gracias por tu comentario.
Al encontrarme con Jorge en ocasión de participar en el Festival de Aves Toh 2011 (reseñado también en este blog) le hice la misma pregunta, a la cual me respondió aclarando que ese giro argumental del film es «ficción», pues Natan no se ha marchado y sigue en contacto con su padre. Preguntas como esas en la mente de la audiencia, entre la cual me incluyo, dan fe de lo bien logrado que está el encuentro entre lo «documental» y la «ficción» en este film.
Saludos cordiales,
IGH
I was so deeply touched having lived in Baja Mexico for 27 yrs. next to the beautiful Sea of Cortez. Would love to see Blanco Chinchorro! Saw the doc. on Link TV, wonderful. Need a copy. CJ
Buen film.nunca mencionas a ixcalak nunca fueron al pueblo.YO viví ahí es donde aprendí a pescar con cordel.habia unas jaibas enormes una gran variedad de pescado.en fin un pueblo maravilloso.enfrente banco Chinchorro
Saludos
Hola Jorge, gracias por tu comentario. Nuestra reseña se limita a lo que vimos en la película, no sabemos si los productores fueron al pueblo que mencionas o no. 🙂