Día 2 – Desfile de moto-cabs en Hunucmá y aves en Sisal.
Al poniente del Estado de Yucatán, unos 30 minutos de camino a las afueras de Mérida y cerca de Hunucmá, encontramos el Parque Ecoarqueológico Sihunchen, cuarenta hectáreas de terreno boscoso privilegiado para la observación de aves. Alberto Mezquita ofrece en este sitio una experiencia de eco-turismo vinculado a las aves, la arqueología Maya y la astronomía. El parque cuenta con una posada de cinco habitaciones, salón de clases, auténticas ruinas Mayas incluyendo un observatorio astronómico original y además una réplica del Templo de Las Siete Muñecas de Dzibilchaltún, la cual permite a los visitantes de Sihunchen observar al sol en equinoccio tal y como lo hacían los antiguos mayas. El parque funciona también como una de las sedes de Cosmonavis – Grupo Astronómico de Yucatán.
Desde antes del amanecer Alberto y su equipo han caminado con sus binoculares, libretas y guías de campo por los senderos de Sihunchen, identificando especies de aves y anotándolas en sus listas para el Maratón. Minutos antes de nuestra llegada salieron hacia el pueblo costero de Sisal, de modo que decidimos seguirles la pista.
En el camino hacia Sisal cruzamos Hunucmá. Nuestro contacto con la gente de este pueblo se limita a una pregunta en la farmacia y un fugaz diálogo en la calle buscando la vía, pero aún así nos impresionan con su amabilidad. Nos deleitamos también con un vistoso desfile de motocicletas convertidas en “moto-cabs”, están en todas partes llevando adultos, niños y carga de todo tipo de un punto del pueblo a otro. Roselys hace videos y fotos desde su posición de copilota mientras rodamos.
Salimos de Hunucmá y continuamos hacia Sisal. Según refiere el Códice de Calkiní, la historia de este pueblo portuario se remonta a tiempos del cacicazgo Maya de los Ah Canul. Su actividad continúa luego durante la Colonia desde siglo XVI y en tiempos post-coloniales hasta comienzos del siglo XX, cuando se extingue la industria del enequén y el puerto de Progreso desplaza a Sisal en importancia. Percibimos poco de ese pasado histórico: bordeamos el pueblo y seguimos por un camino de arena hacia el norte, donde esperamos encontrar a Alberto y los demás.
La referencia que tenemos nos obliga atravesar un “botadero” a cielo abierto. La basura atrae aves de todo tipo pero el lugar entristece solo de verlo. Seguimos rodando y un par de kilómetros más adelante hallamos los vehículos aunque no hay rastro de la gente. La carretera está flanqueada por dos cuerpos de agua y vemos pasar patos, garzas y otras aves, por lo que decido intentar hacer fotos. Los puntos a los que logro acceder me colocan lejos de la acción pero con algo de persistencia logro algunas imágenes mientras Ro me acompaña a distancia.
Cuando regresamos a la moto los vehículos ya no están, de modo que decidimos dejar de seguirles. Viajaremos con ellos desde el amanecer del día siguiente. Entramos a Sisal después del mediodía y rodamos por sus calles de arena hasta al restaurante ¨Muelle de Sisal¨, una bella palapa frente al mar desde donde vemos el muelle principal del pueblo. Comemos muy a gusto y en total tranquilidad pues somos los únicos clientes.
Aprovecho la soledad de la playa para fotografiar los grupos de aves marinas que se mueven en dinámica grupal sobre la arena. Me permiten llegar hasta unos diez metros de distancia, pero si intento acercarme más se alejan en breve vuelo colectivo. Me quedo quieto en un sitio y eso produce mejores resultados.
Tenemos aún suficiente tiempo para intentar fotografiar los grupos pequeños de Flamencos que hemos visto a ambos lados de la carretera a la entrada del pueblo. Con eso en mente dejamos para otro día buscar signos del pasado histórico de Sisal y al llegar al punto indicado encontramos un grupo de Flamencos lo suficientemente cerca como para hacer algunas buenas imágenes. Preparo mi equipo y me ubico al borde del agua con la cámara en el monopod, dispuesto a hacer unos primeros fotogramas. Entonces escucho a lo lejos tres golpes fuertes, como a un gran cajón o tambor metálico. Los flamencos emprenden de inmediato el vuelo en huída y apenas alcanzo a hacer algunos disparos. Busco con la vista la fuente del ruido pero no logro identificarla.
Los flamencos se reubican bastante lejos mientras una bandada de patos cruza el cielo a una distancia aún mayor. Busco posibilidades fotográficas hacia el lado opuesto de la carretera pero la situación es de fuerte contraluz y el agua actúa como un reflector gigante. Hago algunas fotos antes de recoger el equipo para alejarnos de Sisal, aún con luz de día.
Al cruzar nuevamente Hunucmá me detengo en una refaccionaria para comprar un filtro de gasolina para la moto, la cual ha comenzado a toser por falta de flujo constante de combustible. Ya de regreso en Sihunchen la noche cae sobre nosotros con todo su catálogo de estrellas. Somos los únicos en el lugar y esperamos cerca de una hora en dos sillas bajo un árbol, escuchando la selva y agradeciendo la ausencia de mosquitos. Finalmente llegan Alberto y el equipo de observadores de aves. Algunos se retiran de inmediato a descansar mientras otros se abocan a la tarea de compilar las listas de especias avistadas. Antes de la medianoche cierran el conteo en 136 especies.
Finalmente nosotros también nos retiramos a descansar. Nuestra habitación está decorada con nidos de aves silvestres y sobre la cama cuelga el retrato al óleo de una Chara Yucateca. La salida será en apenas cuatro horas.
I.G.H.
Que lindas fotos , me encanto la de la gaviota!
¡Muchas gracias Marisa!
Y gracias también por hacerme notar el error ortográfico en la palabra «henequén», el cual ha sido corregido. 🙂
IGH