Dra. Earle, en relación al reciente derrame de petróleo en el Golfo de México y al uso de dispersantes como medida para controlarlo, usted ha dicho: “Si las playas son el foco de nuestra preocupación, el uso de dispersantes es bueno. Pero si piensas en la salud del océano, no es nada bueno.” ¿Puede explicarnos mejor? ¿Existen alternativas al uso de dispersantes para controlar derrames petroleros?
Lo más importante es ante todo contener el petróleo tan cerca de la fuente como sea posible y no dejarlo escapar. Nos preocupamos mucho cuando ha escapado y recorrido muchas millas en lugar de ponerle cuidado, creando y utilizando mejores booms de contención que sean en este caso lo suficientemente profundos y altos. No existe precedente para un derrame de petróleo que se produce a una milla de profundidad y esto no es exactamente un derrame, es un chorro abierto. Ni siquiera contamos con el lenguaje adecuado para definir la naturaleza de lo que ha pasado aquí. Inicialmente el foco por parte de BP estuvo en detener el petróleo, pero mientras hacían eso debieron haber movilizado toda la ayuda posible para contener el petróleo, no para dispersarlo. Es especialmente engañoso aplicar dispersantes a 5,000 pies de profundidad bajo el agua, no existen precedentes para eso. Estamos experimentando con la vida del Golfo, un enorme y mortífero experimento. Creo que es inexcusable.
Más allá de eso, pienso que con una aplicación casi quirúrgica de dispersantes cuando el petróleo se está acercando a áreas particularmente sensibles equivale a hacer un sacrificio calculado: algunas cosas mueren para que otras puedan vivir. Es una decisión que se hace necesario tomar, si el objetivo es salvar los humedales se pueden aplicar dispersantes de manera muy selectiva para evitar que la carga principal de petróleo llegue al humedal, o a la playa, o al área de anidación de las aves. Pero hacerlo de manera generalizada, más de dos millones de galones de dispersantes aplicados tanto en la superficie de grandes áreas del Golfo como abajo en la fuente, eso no tiene nada de quirúrgico, es aplicación masiva de materiales tóxicos que aumentan la toxicidad del petróleo. El petróleo y los dispersantes son tóxicos en sí mismos, juntos son aún más tóxicos.
Durante la Guerra del Golfo las tropas iraquíes en retirada incendiaron campos petroleros en Kuwait. A la cabeza de los científicos de la NOOA usted estuvo involucrada en estudios dirigidos a evaluar las consecuencias de estos hechos. ¿Podría compartir con nosotros algo de lo que aprendió?
Fue preparación para lo que acabamos de experimentar en el Golfo de México y para el caso Exxon-Valdez, otro desastre con el que estuve involucrada como jefe de investigaciones científicas de NOAA. El hecho es que aproximadamente la mitad del petróleo, los elementos volátiles, pasa a la atmósfera en un período relativamente corto de tiempo. No desaparece, se traslada a la atmósfera y esto significa que lo que queda es menos líquido, se hace más denso y espeso. Son materiales que sobreviven por largo tiempo en forma de un residuo como alquitrán que no llega a la atmósfera ni es procesado por los microbios. Permanece allí, como sucede también con el derrame del Exxon-Valdez, cavas entre los guijarros y las rocas en esas playas y a cierta profundidad encontrarás petróleo crudo que no ha sido expuesto al aire. En el Golfo Pérsico todavía puedes encontrar petróleo bajo la arena que continúa teniendo un efecto sobre cualquier cosa que esté ahí, porque no podemos añadir ingredientes de ese tipo sin que tengan algún efecto en la química de la vida.
De modo que estos no son fenómenos de corto plazo, dejan un rastro prolongado. Creo que pasarán muchas décadas y continuaremos encontrando evidencias de este gran derrame en el Golfo de México, es impensable que no sea así. Aunque ahora no podamos ver un 75% del petróleo, 25% ha sido dispersado y existe en pequeñas gotas o está en la cadena alimenticia o moviéndose en la columna de agua. Parte ha llegado al fondo, parte está en los humedales. Y sigue siendo una cantidad enorme de petróleo, incluso la mitad o la cuarta parte de lo que se derramó sería una cantidad enorme. No debemos decir, “ay bueno, volvamos a nuestros asuntos, ya no nos preocupemos más por esto”.
Esto debería hacer que nos volvamos extremadamente cuidadosos en nuestra aproximación a los combustibles fósiles. A fin de cuentas nosotros somos la causa, volamos en aviones y manejamos carros y de muchas maneras quemamos combustibles fósiles como fuente de energía. Ha llegado el momento de pensar, como hicieron quienes estaban cerca de quedarse sin aceite de ballena y descubrieron, felizmente para la humanidad por un rato, que el petróleo, el gas y el carbón podrían impulsar nuestras sociedades a nuevos niveles de prosperidad. Ahora es necesario buscar nuevas formas de impulsar nuestras sociedades no solo hacia la prosperidad, sino hacia una verdadera compatibilidad con los sistemas naturales que nos mantienen vivos. Nuestro futuro está en peligro a causa de nuestro apetito por los combustibles fósiles. Esa es la lección que queda para mí del Golfo Pérsico, del Golfo de México, del gran derrame en Alaska. He vivido lo suficiente como para ver estos cambios en mi hogar, la Tierra. No tenemos ningún otro sitio a donde ir, tenemos que hacer las paces con el planeta.
Su relación con la tecnología abarca su vida y su carrera. Estuvo entre los primeros usuarios del equipo de scuba desarrollado por Jacques Cousteau, participó en el proyecto Tektite II de la NASA como líder de un equipo enteramente femenino y ha sido socia de empresas dedicadas al desarrollo y operación de sumergibles para aguas profundas. Ha descrito al sumergible Deep Worker como “el carrito deportivo que he tenido el placer de usar durante el proyecto Nat Geo Sustainable Seas”. Por favor díganos, ¿qué tan divertido es jugar con todos esos grandiosos juguetes? ¿Divertirse es importante para usted como parte de la exploración científica?
Pregúntale a cualquier niño si explorar es divertido y verás que los niños son exploradores natos. Nacemos curiosos y algunos de nosotros nunca crecemos. Nos llaman científicos o exploradores pero hacemos lo que hacen los niños, seguir planteando preguntas y buscando las respuestas. La tecnología disponible hoy en día nos permite subir alto en el cielo o bajar a las profundidades del mar, ir con barcos o sumergibles, usar nuevos métodos. Es parte del placer de haber llegado aquí en este momento de la historia. Esto se sigue poniendo mejor con nuevas herramientas, nuevos juguetes, nuevas maneras de contestar preguntas. Me encantaría poder vivir mil años más para ver a dónde nos va a llevar todo esto, pero incluso las dos décadas siguientes harán una gran diferencia y serán determinantes en el camino que vamos a tomar. Tenemos el conocimiento y la tecnología, lo que necesitamos es usarlos inteligentemente para garantizarnos un lugar duradero dentro del sistema natural que nos mantiene con vida.
Usted tiene el récord de haber caminado durante dos horas y media a una profundidad de 1,250 pies, usando un traje presurizado JIM al cual ha denominado “mi traje de baño favorito”. Bajo condiciones tan extremas, análogas a las que enfrentan los astronautas durante sus caminatas espaciales, ¿son tan predominantes los aspectos técnicos y de seguridad de la misión como para eliminar cualquier otro pensamiento, o tiene espacio en su mente para la contemplación o incluso para la reflexión filosófica?
Cuando utilizo la tecnología disponible en nuestro tiempo, como el traje JIM, el Deep Worker o el submarino ruso Mir que estaremos usando en unos días para descender a las profundidades del gran lago Baikal, pongo mucha atención y me ocupo de los sistemas y de la seguridad. Hago eso en la superficie y reviso todo, como lo haría un piloto con un avión. Necesito golpear las llantas, saber cómo resolver un problema si algo sale mal. Me preparo con antelación a efectos de entender todo lo necesario para regresar con vida. Entonces, una vez bajo el agua, me enfoco en el placer de estar ahí. En la parte de atrás de mi mente tengo la preparación y si algo sale mal estoy lista para responder con los pasos necesarios, como un piloto. Bien sea que yo estoy conduciendo el submarino o que voy de pasajera, esa preparación es la que evita que me preocupe. Simplemente desciendo y me divierto a lo grande, disfrutando del paisaje y de la oportunidad de explorar.
Sus logros son tantos que podríamos caer en la trampa de no preguntarle por esas cosas aún por hacer. ¿Podría darnos un anticipo de sus proyectos futuros?
Me hace mucho más feliz hablar del futuro que del pasado, porque es lo realmente emocionante. El pasado siempre construye lo que viene después. Dos cosas muy importantes: tratar de ser una voz para el océano y comunicar a los demás lo que he logrado entender en mi vida. He tenido la oportunidad de ver cosas que muy poca gente ha visto. Los astronautas, cuando regresan del cielo, quieren decirle a la gente lo que han visto. Yo me siento igual, he estado abajo en la profundidad del océano, quiero compartir esa visión y esa perspectiva. De modo que comunicar ese conocimiento es parte de esto, inspirar a la gente para que vayan a verlo por sí mismos. Eso lleva naturalmente a querer cuidar el mundo natural, la tierra y el océano, y a buscar maneras y recursos para inspirar a otros individuos, comunidades, países y a la comunidad internacional para que establezcamos áreas protegidas tanto en las aguas del mundo como en tierra. Necesitamos hacer todo lo que sea posible para proteger los sistemas que nos mantienen vivos, esa es mi meta principal.
Adicionalmente a eso necesitamos las nuevas tecnologías. Para mí es muy frustrante saber que solo una vez en la historia los seres humanos han descendido a la parte más profunda del océano, que apenas está a siete millas de profundidad. Volamos muy alto en el cielo, millones de personas hacen eso, pero solo dos personas descendieron a la parte más profunda del mar en 1960, hace cincuenta años. Estamos atrasados y nos ha costado muy caro dejar de lado al océano. Ha sido fructífero invertir en los cielos y el espacio, hemos obtenido la tecnología que nos da los satélites, los astronautas y las estaciones espaciales, pero nos hemos perdido de esta parte del sistema solar que clama a gritos por nuestra atención.
El océano está en problemas, el planeta está en problemas, nosotros estamos en problemas y realmente no estamos poniendo atención. Por eso necesitamos nueva tecnología para explorar, necesitamos submarinos, necesitamos que crezcan personas deseando ser acuanautas, no solamente astronautas, para que después puedan realizar esa idea y dedicarse a cuidar del mundo que nos cuida a nosotros. Por eso trabajo en desarrollar nuevos submarinos y nuevas tecnologías y en inspirar a la gente para que las utilicen.
Usted ha acumulado más de 6,500 horas de actividad bajo el agua, lo cual equivale aproximadamente a 9 meses, el tiempo que requiere un ser humano para desarrollarse desde su concepción hasta su nacimiento. Le ha tomado a usted, un ser humano con gran dedicación a su trabajo, una vida entera de exploración submarina para acumular las horas necesarias para traer una sola persona al planeta, lo cual sucede millones de veces cada año. ¿Qué le hace pensar esto?
El asunto es que vivimos en lo que resulta ser tiempo comprimido. Yo personalmente he presenciado cambios geológicos durante las décadas que he estado aquí. De modo que los niños de hoy en día pueden ver este cambio acelerado. Cualquiera que haya nacido en el siglo XX ha presenciado cambios que generaciones anteriores a nuestro tiempo nunca vieron y el ritmo continúa acelerándose. Yo creo que la posibilidad de presenciar ese cambio tan acelerado es parte de lo que nos da esperanza. No tienes que leerlo en libros o escucharlo de tus abuelos, “oh, debiste ver cuando habían pájaros oscureciendo el cielo, los peces en aquél entonces…”. Nosotros mismos hemos visto en pocos años la pérdida de tanto tan rápidamente. El derretimiento del hielo en el Artico y el Antártico, la imposibilidad de encontrar criaturas que antes eran comunes, eso está sucediendo durante nuestra guardia. Incluso los más jóvenes hoy en día están presenciando el cambio en los arrecifes de coral o en lugares que conocen en tierra firme. No hace falta explicar mucho porque lo vemos en nuestras propias vidas.
Esas son razones para tener esperanza, porque ahora es más fácil convencer a la gente de que el planeta está en problemas que hace cincuenta años. Quizás me ha tomado a mí este período de incubación durante muchos años para llegar a estas ideas, pero esto me hace más enfática y más consciente en comparación con quienes no han visto todo el cambio que yo he visto. Puedo sentirlo en mis huesos, he sido testigo desde cuando nadie pensaba que había límites a lo que podíamos desechar en el océano o extraer de él, a la actualidad cuando casi todo el mundo entiende que estamos en problemas y debemos hacer algo. Puedo decir que al menos hemos llegado hasta ahí y eso es esperanzador. Yo haré todo lo que pueda para usar la experiencia que he acumulado y transmitirla a través de lo que escribo, sobre todo para que otros vayan por sí mismos y puedan sentir lo que yo siento y no solamente saber lo que yo se.
A veces una sola imagen puede tener un enorme impacto en la mente de las personas, lo digo pensando en los fotos de satélite que mostró usted en su conferencia, en las que se puede observar las grandes estelas de sedimento que dejan tras sí los barcos camaroneros cuando dragan el océano. Si tuviésemos que reducir esta entrevista a una sola idea final, ¿cuál sería?
Es un mensaje común: el planeta está en problemas, por lo tanto nosotros también. Nuestro destino y el del océano son uno solo. Todo lo que nos importa, nuestra economía, nuestra salud, nuestra seguridad, la vida misma, todo está anclado en cuidar el mundo natural, por lo tanto debemos usar todos los recursos a nuestro alcance para hacerlo. La gente tiene talentos diferentes, algunas personas me preguntan “¿qué puedo hacer?, los problemas son tan grandes y yo soy apenas una persona…”, yo les digo, mírate en el espejo, ve cuáles son tus talentos. Algunos escriben, otros son maestros, algunos son padres y madres que pueden llevar a un niño y explicarle a la edad más temprana posible su conexión con la naturaleza. Llevarlos a mojarse en alguna parte, ver el mundo a través de los ojos de un niño.
¿Cómo será el mundo en 20, 30, 40 años? Nosotros decidiremos eso, estamos escribiendo el guión para el futuro del mundo. Somos una sola especie pero tenemos un poder desproporcionado sobre todas las demás. Nuestro verdadero desafío debería ser asumir ese poder y entender que podemos ser la generación a la que otras generaciones futuras saludarán y agradecerán por ser tan inteligentes, por mantener las opciones abiertas, protegiendo lo más posible y restaurando todo lo que podamos mientras podamos, mientras aún tengamos tiempo. Y aún tenemos tiempo, pero debemos apurarnos.
I.G.H.