Zanate Mayor, Zanate Mexicano o Clarinero (Quiscalus mexicanus). Inglés: Great-tailed Grackle. Maya: X’kau.
Descripción: Zanate grande con cola en forma de quilla y ojos amarillos-dorados. El macho es de color negro-azul iridiscente, con brillo púrpura en la cabeza, el pecho y la espalda, brillos de azul verdoso en las alas y la cola. Pico y patas de color negruzco. En la hembra las partes superiores son marrones, las partes inferiores con tono canela en el pecho y marrón grisáceo en el abdomen; menos iridiscentes que los machos. Los juveniles se parecen a las hembras pero sus ojos son marrones, el plumaje es menos brillante, con algunas rayas más claras es las partes inferiores. Los machos inmaduros son menos brillantes, con colas más cortas y ojos más oscuros.
Tamaño: Macho: 34.5 – 47 cm (13.5 – 18.5 in) – Hembra: 26.5 – 31.5 cm (10.5 – 12.5 in).
Voz: chillidos fuertes, chasquidos, silbidos y chirridos, incluyendo un silbido ascendente agudo y penetrante.
Status, hábitat y territorio: común y ampliamente difundidos en México, especialmente en campos despejados con arboledas dispersas, pantanos y humedales. Muy común en pueblos y ciudades, solo ausentes o raros en desiertos, bosques densos y montañas altas. Gregarios, se reproducen y anidan en colonias, con frecuencia duermen en los árboles de parques y plazas, desplazándose en grandes bandadas. Muy adaptables a los espacios urbanos, aunque pueden mostrar comportamiento agresivo hacia los humanos si sienten que sus nidos están siendo amenazados. Son omnívoros y comen casi cualquier cosa, incluyendo basura, alimento para perros y gatos, huevos y pichones de otras especies de aves. Cubren el territorio desde el sur de los Estados Unidos hasta el noroeste de Venezuela y Perú.
Ningún ave es tan común en México como el Zanate Mayor. Ciertamente están en todas partes, siempre activos y ruidosos en los parques de las ciudades, los jardines y en los techos de casas y edificios. Pero dediquemos algo de tiempo a observarlos realmente a través de binoculares o un teleobjetivo y su especial belleza se hará evidente. Para comenzar, “común” no es la mejor palabra para describir el magnífico plumaje iridiscente de estos “pájaros negros”, que en realidad no son simplemente negros. Incluso las hembras de color marrón, menos iridiscentes que los más vistosos machos, exhiben diferentes tonos en sus plumas a medida que las baña la luz del sol.
¿Pero qué es exactamente la coloración iridiscente? No tengo el bagaje científico como para poder explicar con autoridad este bello milagro visual. De modo que, en lugar de confundir a los lectores con algún intento fallido de parafrasear a mis fuentes, me limitaré a citar textualmente a quienes realmente saben, en este caso tomando la información del fascinante libro Bird Coloration, de Geoffrey E. Hill (National Geographic Books):
“La coloración iridiscente que nos resulta más familiar es el cambiante arcoiris que se ve con frecuencia en charcos de agua con aceite en zonas de aparcamiento. (…) Las aves con plumas altamente reflectivas e iridiscentes son con frecuencia descritas como de aspecto aceitoso. (…) A medida que la luz del sol alcanza la superficie del aceite, parte de la luz es reflejada desde la superficie, y parte atraviesa el aceite. La luz que atraviesa el aceite es comprimida y su velocidad se reduce porque el aceite tiene una densidad o índice de refracción mayor que la del aire. Parte de la luz es reflejada entonces desde el fondo de la capa de aceite y se traslada de regreso a la superficie del aceite, [donde se] encuentra con la luz reflejada desde la superficie [la cual se habrá] desplazado una distancia diferente y a distinta velocidad, (…) la mayoría de las ondas de luz que se encuentran estarán fuera de fase, cancelándose unas a otras. Algunas ondas estarán en la misma fase al encontrarse y estas serán amplificadas. Por medio de este proceso (…) algunas ondas de luz son sustraídas mientras que otras son amplificadas. (…) El resultado es la visibilidad de colores brillantes.”
De la misma manera que funciona en pequeños charcos de agua y aceite, funciona con las plumas:
“Las plumas producen coloración iridiscente por medio de delgadas películas conformadas por capas alternadas de material. La coloración iridiscente más simple se produce cuando el córtex (la capa exterior más transparente) de las barbas plumáceas actúa como una capa de aceite en el agua. La luz se refleja desde la superficie del córtex, o penetra en el córtex y se refleja desde la base. Igual que sucede con el aceite en el agua, las ondas de ambos tipos de luz reflejada están fuera de fase cuando se encuentran. Las ondas que no se cancelan mutuamente producen la coloración brillante. (…) El córtex solo funciona como una película delgada cuando existe una capa de melanina que crea un límite en la base, sin eso la luz atraviesa el córtex sin reflejarse de regreso hacia la superficie y no se produce la iridiscencia. (…). El grosor del córtex determina los tonos de bronce, púrpura, azul o verde que produce este sencillo mecanismo.”
El efecto visible cambia según la distancia y ángulo de visión. La mejor posición para observarlo o fotografiarlo es aprovechando un ángulo cercano a los 45 grados entre el sol, el ave y el observador.
De modo que ya lo saben: la próxima vez que vean a un grupo de Zanates, el pájaro más común del territorio, sepan que están en presencia de un milagro visual, patrocinado por las Leyes de la Física y diseñado por la misma Madre Naturaleza. Con algo de suerte, más nunca los verán simplemente como “esos pájaros negros”.
I.G.H.
Fuentes:
National Geographic Field Guide to the Birds of North America (Fifth Edition), editado por Jon L. Dunn and Jonathan Alderfer.
Aves Comunes de la Península de Yucatán, por Eduardo Llamosa Neumann con ilustraciones de Gladys M. Rodríguez.
A Guide to the Birds of Mexico and Northern Central America, por Steve N.G. Howell y Sophie Webb.
National Geographic Bird Coloration, por Geoffrey E. Hill.
Ivan, I came upon your blog through your link in the comments at the Nat Geo site. I love this description of iridescence. I’m in awe of the iridescent coloration of birds that many here in the States consider mundane — like Starlings and pigeons. I photograph them often, and enjoy the under-valued species among us. I read your bio and appreciate, very much, your ethic of waiting patiently for your shots. I’ve had a few discussions about photography ethics at my blog, and my friends and I do our best to tread lightly and compassionately among our feathered travelers. Thank you, too, for the excellent Sylvia Earle piece! Glad I found your creative space here.
Hello Ingrid, thank you very much for your comments. Beauty is in the eye of the beholder, goes the old adage, and it certainly applies to many «common birds» and those of us perceptive enough to appreciate their beauty. I’ve been reading your blog and really like it, you’ve got some lively and thoughtful discussions going on there. Very nice photography as well, congrats!. I’ll keep stopping by in the future, I just had a laugh with your «funny but true» video of Rock Pigeons in courtship play. Allow me to share the link to your blog for all my readers to see : http://www.thewildbeat.com/
Best regards and happy birding!
I.G.H.