RIDE INTO BIRDLAND se complace en presentar la tercera entrega de nuestro reportaje acerca de la vida y obra de la conservacionista Joann Andrews, Fundadora y Presidente Honorífica de Pronatura Península de Yucatán. Continúe leyendo para enterarse cómo, enfrentando constantes desafíos para el medio ambiente, los programas de Pronatura para la preservación de los bosques de la Península iluminan con un rayo de esperanza el futuro de los majestuosos jaguares de México.
Tercera Parte
El espíritu del jaguar
Imagínese caminando por los senderos de la Reserva de la Biósfera de Calakmul, en la Península de Yucatán. Alrededor suyo la selva está viva. Puede verla, sentirla, escucharla. De repente algo se mueve y usted se detiene. Cuatro… no, un momento, cinco Pavos Ocelados (Meleagris ocellata) cruzan en fila el sendero delante suyo, ignorando totalmente su presencia. Usted observa fascinado cómo caminan, luciendo orgullosamente sus plumas iridiscentes en tonos metálicos de azul, verde y rojo. Entonces, tan rápidamente como aparecieron, son tragados nuevamente por la selva. Usted queda allí parado, ahora con una gran sonrisa estampada en el rostro.
Pregunté a Joann Andrews qué resulta gratificante para ella después de tantos años de trabajo por el medio ambiente, y esa es la visión que describió para mí. Observar a un grupo de cinco Pavos ocelados caminando tranquilamente, miembros de una especie endémica cazada casi hasta la extinción (Agriocharis ocellata), no es solamente gratificante, es también sintomático del éxito de la reserva.
También hay jaguares allá afuera, me dice, y felinos más pequeños de otras cuatro otras especies (Puma, Margay, Ocelote y Jaguarundi, cinco de las seis especies que existen en territorio mexicano). “Siempre son muy cuidadosos y se mantienen lejos de la gente”, explica Joann en tono de complicidad con los felinos de la Península. Incluso el poderoso Jaguar (Panthera onca), depredador en la cúspide de la cadena alimenticia y carnívoro altamente eficiente que puede llegar a pesar 120 kilogranos y medir casi dos metros de largo, ha aprendido desde hace mucho a evitarnos a nosotros, la especie humana.
A pesar de ser tan discretos los felinos de la Península son frecuentemente fotografiados por las cámaras-trampa de Pronatura. Según datos recogidos por la organización, más del cincuenta por ciento de los jaguares que sobreviven en México están en la Península de Yucatán, un hecho notable que resulta aún más sorprendente si se considera que la región representa menos del 10% del territorio mexicano. La Península es realmente el último escondite para el jaguar, lo cual dice mucho acerca de la importancia de sus reservas forestales, pero los argumentos para defender al jaguar no se fundamentan únicamente en razones ecológicas. “Representa tanto del legado Maya”, dice Joann. “Si realmente nos interesa identificar a la Península como uno de los grandes centros de la cultura Maya, debemos tomar en cuenta que los Mayas consideraban al jaguar y a la serpiente de cascabel como los dos símbolos de poder. El jaguar además era el rey, el sol, el animal más poderoso, casi una deidad. Todavía existe aquí, y perderlo sería como exterminar un gran símbolo de poder que esta gente tuvo y que todavía tienen en el jaguar. Además es valioso por su belleza, y por el hecho mismo de que ha logrado sobrevivir tanto tiempo”.
El número de jaguares en la Península ha aumentado en años recientes gracias a sostenidos esfuerzos conservacionistas, que incluyen la aplicación de multas significativas y la promoción entre las comunidades locales de importantes conceptos ecológicos. Calakmul, por ejemplo, era un área sometida a intensa caza cuando Joann estuvo inicialmente allí entre 1969 y 1976. En 1989 se estableció la Reserva de la Biósfera de Calakmul y la situación comenzó a mejorar, especialmente gracias a los exitosos esfuerzos de los guardaparques para mantener a los cazadores fuera del área. Con un superficie total de 6,883 km2, la reserva de Calakmul limita hacia el sur con áreas forestales protegidas o poco intervenidas por el hombre en Belice y el Petén guatemalteco, lo cual resulta en un área protegida mucho mayor.
La situación se hace problemática al norte de los límites de la reserva, a medida que personas que han perdido sus tierras en Tabasco o Veracruz llegan a asentarse en el área de la Municipalidad de Calakmul. “El Ministerio de Agricultura tiene varios programas para que estas personas se establezcan con apoyo del gobierno, justo en el lindero de las reservas de Calakmul, Balan Kin y Balan Chen”, explica Joann. “Traen consigo cabras, ovejas, ganado vacuno y cerdos. Los cerdos no serían tan problemáticos, porque los colonos por lo general los mantienen muy cerca de sus viviendas, pero en el caso de las cabras y ovejas, necesitan salir a pastar. Y son simplemente comida deliciosa para los jaguares”.
El conflicto es el resultado de iniciativas contradictorias ejecutadas por dos ramas del gobierno: se protegen las reservas y al mismo tiempo se aportan incentivos para la colonización humana en áreas demasiado cercanas a las reservas. “Hemos logrado que aumente el número de jaguares, pero han introducido lo que básicamente es carnada para ellos”, continúa Joann. “Sabemos que no podemos tener a esos animales domésticos tan cerca de las reservas, pero al mismo tiempo, ¿cómo van a subsistir estas personas? Su sueño es que el rancho que no pudieron tener en Tabasco, podrán tenerlo aquí. Muy pronto tienen pequeños becerros, y existe una gran probabilidad de que el jaguar se acerque a cazarlos, particularmente los jaguares hembras con cachorros, que son las más atrevidas”.
Paradójicamente, cambios circunstanciales en los patrones de colonización humana han devenido en mejores condiciones para el medio ambiente en otras áreas de la Península. “Una gran cantidad de campesinos ha emigrado a las ciudades”, dice Joann. “México tiene ahora más gente en las ciudades que en el campo, y además tenemos emigración hacia los Estados Unidos. De modo que vemos zonas, particularmente en el sur de Yucatán, que están simplemente abandonadas. Es triste para México en el sentido de que no hay gente sembrando maíz, pero ha ayudado a la fauna a recuperarse rápidamente”. Algunas especies, sin embargo, han sido más afortunadas que otras. “No creo que los venados estén en tan buena forma, porque son cazados intensivamente para vender su carne en Cancún”, continúa. “El problema con la caza del venado, el jabalí y el tepezcuincle para obtener su carne y venderla al mercado de Quintana Roo, es que se trata de las mismas presas que el jaguar y el puma necesitan. De modo que en realidad se está destruyendo la cadena alimenticia y esto es causa de gran preocupación”.
Según algunos estudios, un jaguar adulto necesita territorios contiguos de hasta 50 km2, los cuales recorre en busca de presas como venados, jabalíes, monos y otros mamíferos menores, así como lagartijas, aves y algún cocodrilo ocasional. Proteger parches de selva no es suficiente: para que la población de jaguares se mantenga genéticamente saludable se requieren corredores, “lugares a través de los cuales puedan colarse”, como lo explica Joann. Algunos jaguares machos adultos han sido fotografiados cruzando el Canal de Panamá para conseguir pareja del otro lado. “Uno de estos corredores sería desde el norte de la Península de Yucatán, incluyendo la reserva privada de Pronatura en El Zapotal, bajando a través de la reserva de Sian Ka’An y continuando hacia Belice y Guatemala. Preservar esos corredores es muy difícil con las autopistas de cuatro carriles y con el constante desarrollo humano llegando a nuevas zonas”.
El jaguar enfrenta permanentemente la pérdida de hábitat por ocupación humana, a medida que los bosques son talados para uso agrícola o desarrollo urbano. También enfrenta competencia con los cazadores humanos por las mismas presas y han sido cazados a su vez desde antiguos tiempos mayas, tanto por sus bellas pieles como para proteger animales domésticos. Incluso hoy en día, a pesar de la legislación que los ampara, los jaguares son cazados con frecuencia. “A los hombres locales les encanta tener la excusa de que el jaguar está atacando a los animales domésticos, les permite salir a cazar uno”, dice Joann refiriéndose a cazadores que aún no comprenden la importancia de preservar la especie. “Es triste decirlo, pero es una cosa de machos que les encanta hacer. El Sábado en la noche beben juntos y dicen, mañana salimos y lo cogemos. El Domingo buscan sus armas y salen de caza hasta que lo matan”.
Pronatura Península de Yucatán ha trabajado con el gobierno mexicano y con los ejidos cercanos a El Zapotal para poner en práctica medidas paliativas. “La zona no es realmente buena para la ganadería, es demasiado rocosa, con escasos recursos de agua”, explica Joann. “Por lo tanto el gobierno te pagará para no hacer nada con la tierra si puedes demostrar que existe verdadero potencial como área para recursos naturales. Hemos justificado esto trabajando con los ejidos y habilitando cámaras-trampa, discretamente ubicadas para tomar fotografías de los animales salvajes”. Así las cámaras-trampa se han convertido no solamente en instrumentos para la recopilación de datos científicos, sino en herramientas para la obtención de evidencia legal que puede devenir en la preservación de las áreas involucradas.
Para trabajar con los colonos que crían animales domésticos cerca de las reservas se ha diseñado un programa diferente, el cual funciona como una póliza de seguros financiada por el gobierno (Fondo de Aseguramiento Ganadero). Nuevamente las cámaras-trampa desempeñan un papel vital: “han tomado fotografías de las jaguares acercándose y comiéndose cerdos, cabras y otros animales, llegando mucho más cerca de lo que podría imaginarse. Si se logra demostrar que el animal fue devorado por un jaguar, el gobierno compensa por el valor del animal”. PPY ha trabajado también con los ejidos en la realización de películas que celebran la fauna y flora de la zona. “Están realmente orgullosos de eso”, dice Joann, “las exhiben en sus escuelas, mantenemos una relación maravillosa con ellos”.
Con la intención de preparar a las comunidades locales para que puedan aprovechar el potencial económico del eco-turismo, Pronatura ha implementado también programas exitosos para educar guías de naturaleza. En Campeche un grupo de cincuenta guías potenciales “han sido incorporados a programas intensivos de Inglés y observación de aves, se les ha enseñado cómo llevar visitantes por senderos naturales, cómo mostrarles todas las cosas emocionantes que hay en la selva, y cómo ser cuidadosos”, dice. “Las autoridades de turismo en Campeche están realmente interesadas y han establecido el Certificado de Guía. La mayoría de nuestros guías están en el área de Conhuas y están ganando bastante dinero extra, tanto varones como hembras”.
Se trata de iniciativas importantes y positivas, pero se requiere de un cambio integral a todos los niveles de la sociedad hacia un modelo de desarrollo sustentable a fin de preservar los hábitats y recursos naturales de la Península para generaciones futuras. El turismo de masas ha traído consigo una mezcla de cosas positivas y negativas para la Península, pero esperar que continúe creciendo sin límites es simplemente poco realista y además nada recomendable: la Península no es infinita, los costos ambientales sería enormes, y el desarrollo excesivo eventualmente produciría un abaratamiento del destino turístico, como ha demostrado la experiencia en otras partes del planeta. La palabra de moda es “sustentable”, pero simplemente endosarla a algo no hace que sea automáticamente así, como señala enfáticamente Joann: “Por lo general es una palabra que se utiliza simplemente para dar acceso al desarrollo. Y lo único sustentable en esos casos es que se puede ganar dinero”.
Para demostrar su punto, Joann explica: “Casi todas las normas de protección pueden ser torcidas en un sentido u otro. Tomemos una: no se puede destruir el bosque de manglar, está en la lista de especies amenazadas. Pero los desarrolladores dicen que no están realmente amenazados y se mantiene una gran presión para rellenar esas áreas, pues es la única forma de continuar desarrollando las costas de Yucatán y Quintana Roo. De manera que dicen, pagaremos para mitigar, inventaremos un bosque de manglar en otra zona. Debes entender, eso es realmente imposible. Algunas ONGs aceptan el dinero para mitigar y diseminan las semillas, pero no existe la salinidad ni ninguno de los otros elementos que producen el delicado equilibrio que es un bosque de manglar”. La presión es constante e incluso después de que dos especies de mangle han sido incluídas en una nueva lista de especies amenazadas (lo que significa que no se permite “mitigar”), “los manglares son destruídos durante la noche y nadie hace nada hasta tres semanas más tarde, y entonces, ¿qué se puede hacer?”.
El desafío futuro sigue siendo enorme, el Planeta Tierra está en problemas en todas partes y más que nunca cada acción cuenta. La gran pregunta acerca de cómo balancear las necesidades humanas con las del medio ambiente estará siempre frente a nosotros, y ninguna organización puede controlar todas las variables que conforman ese dilema, ni siquiera los gobiernos o coaliciones de gobiernos. Los territorios con ecosistemas ricos en vida son cada vez más un lujo, y los científicos se la pasan rascándose la cabeza a medida que ven cómo el calentamiento global y otras situaciones que afectan al medio ambiente continúan deteriorándose más rápidamente de lo que ellos mismos habían previsto. La raza humana entera necesita evolucionar hacia una mejor relación con el planeta, que no sea destructiva, pero esto no sucederá rápidamente y ciertamente no de la noche a la mañana.
A través de muchos años de trabajo sostenido, Pronatura Península de Yucatán se ha afianzado como una sólida organización ambientalista, adelantando programas positivos con constancia, mostrando el camino a través del ejemplo y creando un marco institucional para que futuras generaciones de conservacionistas puedan seguir trabajando. Todo comenzó con la determinación de Joann Andrews de proteger los bosques de la Península, y es nuestro privilegio preguntarle a ella qué visión tiene del futuro. ¿Podemos todavía aprender de las orquídeas a prosperar en la casa de nuestro anfitrión, el Planeta Tierra, sin comportarnos como parásitos destructivos?. “Lo bueno es que hay mucha más gente preocupada, gente joven”, dice Joann. “Los mexicanos aman su naturaleza, especialmente también los mayas en esta zona, lo que hace que sea realmente maravilloso trabajar con ellos”. Una respuesta optimista que no debe sorprendernos viniendo de Joann Andrews: la experiencia le ha enseñado que nosotros, la especie humana, podemos todavía sentir el contacto con el espíritu del jaguar.
Un espíritu tan poderoso que es capaz de alcanzarnos, viajando como el viento a través de exuberantes selvas tropicales, para pedirnos con urgencia que salvemos esta parte incomparable del Planeta Tierra que llamamos Península de Yucatán.
I.G.H.
Para mayor información sobre los programas e iniciativas que organiza Pronatura Península de Yucatán, por favor visite su página web haciendo click en el logo a continuación.
What wonderful journalism and a great tribute to Joann Andrews. If it hasnt already occurred the government of Yucatan and the federal government should formaaly recognize this incredible woman!
Thank you very much, Mr. Deneau.
I first met Joann while attending my first ever bird festival, back in 2011. Weeks later my wife and I found ourselves riding our motorcycle from Riviera Maya, where we lived then, to Joann’s house in Merida. In preparation for the interview I had done plenty of research on-line, finding scant information about her. On the quiet afternoon of our meeting, during a long conversation, she graciously shared her lucid ideas on conservation as well as many personal memories, striking deep chords within me. I decanted her testimony into a narrative-reportage format, as has been published here, but I still think the unabridged interview may be worth sharing with our readers at some point in the future.
An official ceremony in recognition of Joann’s work was held in Oct. 2017 at Universidad Marista, with representatives from both the private and public sectors in attendance, which is not to say that should be the end of all tributes.
Regards,
IGH.