Las aves vuelan, pero el tiempo vuela todavía más rápido. Han pasado tres semanas desde mi último post aquí en Ride Into Birdland, y aún más tiempo desde que tuve la buena fortuna de participar en una increíble salida a pajarear en el Estado de Campeche, a comienzos de Marzo. Desde entonces ha llegado la primavera y las aves están muy activas en todas partes, así que necesito ponerme al día.
Tuve el privilegio de visitar por primera vez Campeche con tres acompañantes muy especiales: María Andrade, Directora General de Pronatura Península de Yucatán, Jacqueline Aldana, también del staff de Pronatura, y mi buena amiga Cherie Pitillo, a quien he mencionado antes en Ride Into Birdland y continuaré haciéndolo, siempre recomendando su maravillosa columna en inglés Backyard Birding in Merida (pueden leer su entrega más reciente aquí).
Aceptando de común acuerdo una propuesta de María, decidimos viajar a lo largo de la ruta que el Estado de Campeche promueve bajo el nombre de “Rincones de Ensueño – Dzitbalché – Isla Arena”, la cual dibuja una línea conectando seis puntos de interés: los pueblos de Dzitbalché y Nunkiní, las haciendas Santa Cruz y Tankuché, un maravilloso ojo de agua conocido como El Remate, y nuestro destino final, Isla Arena. Hay información disponible sobre este bello estado de la Península de Yucatán en el sitio web oficial de Campeche Travel.
Un aspecto interesante de esta ruta es la combinación de oportunidades para pajarear con visitas a auténticas comunidades de Campeche. En nuestro primer día de viaje hicimos varias paradas en camino a Isla Arena, las imágenes a continuación permiten dar un vistazo a algo de lo que conocimos:
Un momento, sé lo que están pensando: todo esto está muy bien, pero ¿qué hay de las aves?. Al proseguir camino hacia nuestro destino en Isla Arena, llegamos a un bello punto conocido como El Remate. Hicimos una parada breve, pues nuestro plan era detenernos nuevamente allí durante el trayecto de regreso, pero sin duda valía la pena darle una primera mirada. Las siguientes imágenes dejan ver algo de lo que encontramos:
Pronto llegó la hora de continuar hacia Isla Arena. Viajamos a lo largo de una carretera recta y angosta, que atraviesa humedales en un ecosistema tipo Petén. El camino estaba casi solitario, pero en las contadas ocasiones en que nos topamos con un vehículo viajando en sentido contrario uno de los dos debía orillarse para dejar al otro pasar. Así de angosto es este camino. A la distancia observamos un ave de porte elegante, levantando vuelo y posándose más adelante en la carretera una y otra vez.
Nos sorprendió ver grandes números de Golondrinas Mangleras (Tachycineta a. albilinea), volando sobre la carretera y perchando en las líneas eléctricas que la acompañan. En una parada logré capturar algunos fotogramas de un grupo numeroso a lo lejos en el humedal, utilizando las ramas del mangle como percha colectiva y estación de despegue.
A intervalos regulares encontramos puntos donde la carretera se cruza con angostos canales de agua, los cuales la atraviesan por debajo conectando ambos lados del humedal. Estas aperturas proporcionan excelentes lugares para observar a las aves, pues gran parte de la carretera está flanqueada a ambos lados por mangles y vegetación alta que obstaculizan la vista. A través de una de estas aperturas logré capturar el siguiente fotograma de dos pájaros volando en formación, cierre perfecto para el día de este feliz fotógrafo de aves.
Finalmente llegamos a nuestro destino final en Isla Arena, el “Hotel Cabañas Carey”, un lugar que ha ganado gran popularidad entre los pescadores deportivos y que ofrece varias cabañas frente al Golfo de México. El clima no era el ideal, azotaban la costa los últimos vientos fríos de un Norte, por lo que después de una cena sencilla nos retiramos a nuestras cabañas con la esperanza de descansar bien en preparación para nuestro segundo día de aves. Mientras el viento silbaba a través de la puerta y las ventanas de mi cabaña revisé el material del día en la pantalla LCD de mi cámara, recargando las baterías del equipo y también las mías. Nuestro plan para el día siguiente era salir en bote, con el favor del clima. El tercer día sería para emprender el regreso a Mérida, aprovechando la mañana para un segundo intento en los humedales y una nueva parada en El Remate. En mi próximo post les contaré cómo salió todo.
I.G.H.
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