La puerta de la casa para huéspedes en la que acabo de pasar la noche conduce directamente hacia el jardín. La abro, levanto el monopod y mi mochila y doy un paso afuera. Son las 4:45 a.m. a mediados de marzo y el cielo aún no anuncia el amanecer. Cruzo el jardín hacia la casa principal y puedo ver que las luces del comedor ya están encendidas. Entro y sigo el olor a café recién colado que me guía directo a la cocina.
Una buena taza de café es precisamente lo que necesito y pronto es colocada en mis manos con los saludos matutinos de mi generosa anfitriona. Estoy en la casa de Joann Andrews, eminente conservacionista y fundadora de Pronatura Península de Yucatán, una mujer con tanta sabiduría y pasión por la vida, la naturaleza y la Península de Yucatán que cualquier encuentro con ella promete ser una experiencia memorable. De pie en la cocina bebo el café caliente y no puedo evitar pensar que soy un fotógrafo con suerte: todavía tenemos por delante todo un día de observación de aves.
Momentos después se nos une el hijo de Joann, David Andrews. He conocido a David la noche anterior, conversando sobre fotografía de aves mientras degustamos unos tacos, y me ha impresionado por su carácter amistoso y libre de pretensiones. La primera vez que entrevisté a Joann para Ride Into Birdland, en el 2012, me contó cómo años atrás David se había adentrado con ella en los akalches, zonas pantanosas infectadas de mosquitos, con la misión de obtener imágenes que le permitiesen a Joann mostrarle al mundo un paisaje mágico de orquídeas que permanecía hasta entonces oculto en la Península de Yucatán. Aquella entrevista se convirtió en una reportaje en tres partes sobre la obra y vida de Joann Andrews, una historia fascinante que vale la pena leer, comenzando aquí.
Tiempo después, el pasado mes de Diciembre, Joann me sugirió aprovechar la siguiente visita de David desde Houston, para realizar juntos una salida de observación y fotografía de aves, a lo que accedí con gusto. David es un talentoso fotógrafo de aves con años de experiencia. Se ha presentado a la cita equipado con el modelo actual del lente Canon 600mm, un teleconvertidor Canon 2X, un cuerpo Canon D1 y un trípode Gitzo con cobertura de camuflaje y cabezal Wimberley. Lo cual significa, en castellano, ¡equipo del más alto nivel para fotografía de aves!
Con su estilo amable Joann nos propone la ruta que podemos seguir. Aceptamos de inmediato y momentos más tarde estamos en camino, yo en el asiento del conductor, David de copiloto y Joann en el asiento de atrás, con sus binoculares y guía de campo listos para la acción. La música de Miles Davis y Philip Glass nos acompaña en lo que será un estimulante día de conversación, aves y fotografía. Será una jornada larga, pues no regresaremos a nuestro punto de partida en Mérida hasta bien pasadas las ocho de la noche.
Nuestra ruta nos lleva hacia el norte de Mérida por el periférico a Cancún, cruzando primero hacia Tizimín, luego a la izquierda hacia Bacá, después hacia Dzimul y finalmente tomando la salida a Xcambó. En el primer trecho del viaje atravesamos los humedales mientras el sol se levanta como una enorme bola de fuego rojo. A las 6:35 a.m. nos hemos detenido al borde de la carretera y he capturado mi primer fotograma. Pocas personas en vehículos y motocicletas circulan por la carretera a esa hora, pero estoy seguro de que algunos pueden notar nuestras grandes sonrisas. A medida que el día se despliega disfrutamos de una fiesta de aves y dramáticas oportunidades fotográficas.
Casi dos horas más tarde seguimos viaje hacia el sitio arqueológico de Xcambó, donde nos dan la bienvenida primero una Aguililla Caminera (Buteo magnirostris), luego un solitario y amable guardaparques. Tenemos todo el lugar para nosotros pero no son estructuras construídas por los Mayas lo que hemos venido a ver: nuestra búsqueda es monotemática y está enfocada en las aves. Después de entrar juntos a Xcambó me separo de Joann y David, siguiendo mi instinto hacia un área boscosa detrás del sitio principal. Camino lentamente bajos los árboles altos hasta que me detienen sonidos guturales que inicialmente pienso deben ser las voces de algunos monos. Al mirar hacia arriba descubro que se trata de un grupo Garzas Cucharón (Cochlearius cochlearius), una veintena de ellas, y alcanzo a hacer apenas un par de imágenes antes de que se retiren hacia el interior del bosque.
El agua de lluvia se ha acumulado en depresiones del terreno y al observar alrededor veo varios ejemplares de Martín Pescador, realizando desde sus perchas vuelos en picada en busca de presas en los charcos, con la habilidad característica que les da su nombre. Hago muchas fotografías antes de caminar de regreso al área principal para buscar a Joann y David, quienes rápidamente me siguen de regreso al sitio que bautizamos “Estación Central del Martín Pescador”. Lo disfrutamos juntos por un buen rato, haciendo fotografías y deleitándonos con la abundancia de estas vistosas aves y las visitas ocasionales de otras especies como el Zorzal Pardo (Turdus grayi), el Bolsero de Wagler (Icterus wagleri) y el Chipe-suelero Charquero (Seiurus noveboracensis).
Más tarde, al marcharnos de Xcambó, soy consciente de que ya hemos tenido un excelente día en lo que respecta a fotografía de aves. Continuamos en ruta hacia la costa del Golfo de México para un delicioso almuerzo de ceviche y camarones en El Fortín Juan, un restaurant frente al mar en el pueblo de Dzilam de Bravo. La interesante conversación es constante, tornándose sorpresiva cuando Joann nos deleita con anécdotas sobre una temporada en los años 50s durante la cual trabajó como compradora de medios en la Meca de la industria publicitaria, la ciudad de Nueva York. Nos relata cómo un día, sentada en el bar de moda de Manhattan y rodeada de elegantes y apuestos ejecutivos publicitarios, tuvo una revelación: “¿Qué estoy haciendo yo aquí?”. El resto, como suele decirse, es historia, pues su decisión de no permanecer en la industria de la publicidad llevaría eventualmente sus pasos hacia la Península de Yucatán y su valiosa labor conservacionista aquí.
La comida en El Fortín Juan es buena y abundante. No tenemos apuro y alargamos la sobremesa sobre tazas de café, esperando a que el sol baje un poco para volver a la carretera con energías renovadas, dispuestos a una segunda sesión de fotografía y observación de aves. Finalmente salimos de Dzilam de Bravo y hacemos una primera parada cerca de un grupo pequeño de Flamencos Americanos (Phoenicopteurs ruber), en un brazo de agua a un lado de la carretera. Al tratar de caminar un poco más cerca el terreno pantanoso se traga a David hasta la cintura de un gran bocado y sin previo aviso. Estoy cerca pero no alcanzo a ayudarle antes de que él mismo logre liberarse del pantano de una gran zancada, sin dejar caer su equipo de cámara ni perder el sentido del humor. No muy lejos de allí un gran cocodrilo deja pasar la tarde en relajado descanso, al parecer sin darse por enterado de nuestra presencia.
Más tarde, al cruzar nuevamente los humedales en nuestra aproximación final a Mérida, el paisaje está bañado en dramática luz dorada que ahora proviene del oeste, cortesía de un glorioso atardecer. Disfrutamos del escenario que la Madre Naturaleza despliega ante nosotros y por segunda vez en un mismo día no puedo evitar pensar: soy un fotógrafo con suerte, viajando en excelente compañía, disfrutando de las aves y otras maravillas de la Península de Yucatán.
I.G.H.
siempre es un gusto leer tus artículos!
¡Muchas gracias Sandra! 🙂
Hola Iván.
La narrativa de tus artículos tienen la virtud de “mantenernos en vilo” desde el inicio hasta el final de la historia. Además nos da la oportunidad de disfrutar de la belleza y los colores de la naturaleza de la península de Yucatán. Esperaremos el siguiente, felicidades.
Ma
¡Muchas gracias María!
Me honra saber que, en el atareado planeta en el que vivimos, donde nunca alcanza el tiempo para todo lo que hay que hacer, logras detenerte para leer estas pequeñas historias aquí en RIDE INTO BIRDLAND.
Pronto viene otro reporte de viaje, aunque no diré sobre qué para no eliminar el factor sorpresa. 😉
Gran abrazo,
I.G.H.
Hola Ivan
No puedo decir nada más que excelente!!
Esperaré ansiosa el siguiente artículo.
Muchas gracias Silvia, bienvenida.
Pronto viene más contenido.
I.G.H.
Excelente artículo acompañado como siempre de magníficas imágenes Iván! Cherie Pitillo y tu tienen esa habilidad de hacer sentir al lector que están junto a ustedes en el medio de éstas maravillosas aventuras gráficas! Saludos!
Alvaro, es un gusto poder compartir estas pequeñas historias, especialmente con personas como tú que también conoces de primera mano la belleza de esta increíble península y su potencial fotográfico. Muchas gracias por leernos y por tu comentario. En cuanto a Cherie, ¿que puedo decir? SOY FAN DE SU COLUMNA. 🙂
Un abrazo,
I.G.H.
Muchas felicidades por el nuevo reporte, es una aventura que se vive a la leer el reporte. Gracias por éstas bellas imágenes, cuando estés de nuevo por Mérida me encantaría acompañarte a alguno de tus viajes. Saludos
Muchas gracias Rafael por seguir nuestras historias y por tu comentario tan positivo. Estaré pendiente de ver si podemos hacer alguna salida en mi próxima visita a Mérida, aún sin fecha. Saludos y adelante con la fotografía.
I.G.H.
Although you, David, and Joann had a jam-packed day, the emotion of your incredible experience seeped through every cell of my brain. To see and photograph ONE Green Kingfisher is amazing, but to capture a pair , and then to photograph another species. Holey Moley!
Excellent, stunning imagery accompanied by equally excellent eloquent words. Thank you!
Thank you so much Cherie. Hope we can go together to Kingfisher Central in the future!
IGH
Also, HUGE THANKS to Cherie Pitillo for helping me fix an incorrect identification in this post, as I had originally labeled the Oriole pictured above as a Black-vented Oriole (Icterus wagleri), which would be out of range in the Yucatan Peninsula. The correct species, as is now indicated in the photo’s caption, is Black-cowled Oriole (Icterus prosthemelas). This kind of help is HIGHLY APPRECIATED! 🙂